FRANK ESTUVO AQUÍ

Por: Luis Umberto Atencia Aguilar
Sobre el Autor

Moli desanudó la bolsita, y exhibió las bolitas de cristal en el suelo; relucientes y completamente nuevas. Algunas eran tan preciosas, que parecían una sustancia extraplanetaria de color marrón, con aspas de colores y burbujas de aire dentro.

- ¿Te cambio una de mis canicas? -dijo Moli, que miraba una de ellas.
- ¿A cambio de qué? -Repuso Gary, con un poco de desconfianza.

Moli pareció pensarlo- A cambio de Frank -sostuvo, con una alegría súbita, como si en su cerebro se hubiera encendido una bombillita eléctrica.

Gary se levantó de un salto.- ¿Estás loco? -Dijo mientras hablaba, empezó a bailar, haciendo movimientos eróticos con la mano puesta sobre sus genitales y deslizándose con los pies de para atrás. Se movía con energía, tocándose la punta de su sombrero bajo los círculos de colores de los reflectores que iluminaban el escenario, hasta cuando su euforia invadió como un mar de espuma al público que estalló con un grito de histeria colectiva cuando Gary les lanzó el sombrero y su guante blanco. Cuando por fin cesaron los aplausos, hizo una venia profunda, y un gran telón pareció cerrarse delante de él.

- ¡Bravo, bravo¡ -aplaudía Moli con sorna- ¡Ha resucitado el rey del pop! -

Gary mismo se cogió el cuello con las manos, y sacó la lengua, en señal de que lo estaban ahorcando. Después empezó a aullar, y a golpear el suelo con los puños. Como pudo, aferró sus velludos dedos de un barranco y, exhausto, empezó a arrastrarse, entre agujas de pino y bajo el sombrío resplandor de la luna llena. Luego olisqueó el viento helado, y un gran lago de aguas congeladas se abría paso como una sombra blanca bajo el cielo estival entre arbustos y promontorios de árboles cubiertos de nieve.

-Si serás payaso - le criticó Moli para sus adentros, que se miraba de reojo en un espejo que imaginaba delante de él.
- Cada día me parezco más a mi padre –Dijo jactándose de orgullo
- ¿Y no será por tu gran cabezota, grande cerdo? - se bufó Gary en voz baja
- Esta bien -reconvino al fin - ¡Pero tienes que apostar todas las canicas¡ -Moli sintió que su rostro se le transformaba en una sustancia granulosa que amenazaba caérsele a pedazos.
- No estás ni tibio -le reprochó y empezó a recoger de nuevo las bolitas. Gary le acercó un dedo largo y pálido, como si fuera el dedo de un extraterrestre que de un momento a otro pudiera emitir rayos de luz.
- Está bien -dijo
- Está bien -E iba a dar pequeños saltitos y a reírse tontamente, lleno de nervio, como si fuera la criatura más inútil del universo a bordo de un ovni que corría peligro. Moli lo levantó por el cuello, con sus grandes manos de tigre, y fijó en él sus vivos ojos negros.

Después le habló, en una actitud que nunca se supo si fue una actitud seria o una burla reprimida- Ahora dime, Garibaldo Hoyos, Alias “pata e sebo”. ¿Cómo vas a atrapar a Frank?-
- Uhh? -

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